El Test de Turing, propuesto por Alan Turing en 1950 (González, 2007), se ha convertido en un hito en el debate sobre la inteligencia artificial. Su premisa central es que una máquina puede ser considerada inteligente si es capaz de engañar a un ser humano en una conversación, haciéndole creer que está interactuando con otro humano. Esta noción no sólo desafía nuestra comprensión de la inteligencia, sino que también plantea preguntas sobre la naturaleza de la conciencia y la cognición.
Por otro lado, el Efecto Flynn , que se refiere al aumento sostenido en las puntuaciones de los tests de inteligencia a lo largo del tiempo, sugiere que la inteligencia humana está en evolución, influenciada por factores como la educación, la nutrición y la complejidad del entorno (Flynn, 2008). Este fenómeno plantea interrogantes sobre qué significa realmente «inteligencia» y cómo esta se mide y se manifiesta en diferentes contextos.
Markus Gabriel y la Nueva Filosofía de la Inteligencia
Markus Gabriel, filósofo contemporáneo, ha contribuido a la discusión sobre la inteligencia y la subjetividad. Su idea del «nuevo realismo» desafía la noción de que la realidad es algo que podemos aprehender completamente (Adasme, 2021). Según Gabriel, la inteligencia no se puede reducir a métricas como las puntuaciones en tests, ya que la cognición está profundamente enraizada en contextos culturales y sociales. Para Gabriel nuestra inteligencia es artificial en la medida de que es propiciada por todos los objetos culturales que tiene el niño a su disposición durante su desarrollo de manera que se instala como un software.
Esto se relaciona con el Test de Turing en cuanto a la forma en que percibimos la inteligencia. Si una máquina puede imitar el lenguaje humano, ¿significa que posee conciencia o entendimiento? Gabriel sugiere que la inteligencia debe ser vista como un fenómeno dinámico y no como un atributo fijo, lo que podría implicar que las máquinas, a pesar de su capacidad para «engañar», carecen de una comprensión genuina.
El Efecto Flynn y sus Implicaciones
El Efecto Flynn invita a reflexionar sobre cómo las condiciones sociales y culturales influyen en la inteligencia. Con el aumento de las habilidades cognitivas de la población, la inteligencia se presenta como un constructo en constante evolución. Este cambio plantea la cuestión de si los tests de inteligencia, diseñados en un contexto específico, siguen siendo válidos a medida que la sociedad avanza. Como sabemos, el Efecto Flynn es aquel que muestra un avance en las puntuaciones del test de inteligencia que aumenta cada 10 años, en concordancia con lo que señala Gabriel, debido a que cada vez nos relacionamos con más elementos tecnológicos y nuestro pensamiento se vuelve más lógico. Sin embargo, en algunos países desarrollados se da el efecto Flynn negativo (Gomez-Muñoz, 2024), esto es, las personas que se mueven en ambientes más lúdicos-artísticos tienen más bajo resultado en la medición del test de inteligencia. Los autores aseguran que las habilidades cognitivas de cada generación cambian según sus necesidades, de modo que no es solo que tal vez ya no necesitemos recordar direcciones o números telefónicos, sino que posiblemente también sea preciso actualizar las formas de medir la inteligencia
En esa misma línea, el filósofo Richard Rorty ha argumentado que la inteligencia debe ser entendida en términos de su utilidad en contextos específicos, lo que contrasta con la rigidez de los criterios tradicionales (Rorty, 1989). Rorty aboga por una visión pragmática que pone en primer plano la adaptabilidad y el uso efectivo del conocimiento, en lugar de su mera medición, en especial si consideramos que la inteligencia es un constructo multidimensional.
La Conexión entre Ambos Conceptos
Ambos fenómenos, el Test de Turing y el Efecto Flynn, nos invitan a repensar nuestra comprensión de la inteligencia. El Test de Turing, al centrarse en la capacidad de las máquinas para simular la conversación humana, nos confronta con la pregunta de si la imitación es suficiente para definir la inteligencia. El Efecto Flynn, por su parte, nos sugiere que la inteligencia es un concepto en evolución, influenciado por factores culturales y ambientales.
En este contexto, la reflexión filosófica se convierte en una herramienta esencial para desentrañar las implicaciones éticas y ontológicas de nuestras interacciones con la inteligencia artificial. Nos obliga a considerar no sólo qué significa ser «inteligente», sino también cómo las máquinas y los humanos pueden coexistir en un mundo donde ambos son redefinidos continuamente. Esta reflexión nos lleva a cuestionar si nuestras métricas actuales para medir la inteligencia son adecuadas en un mundo cada vez más digitalizado. Además, nos invita a considerar cómo la creciente presencia de la inteligencia artificial en nuestra vida cotidiana puede estar influyendo en nuestros propios procesos cognitivos y en nuestra percepción de lo que significa ser humano. La intersección entre estos dos conceptos también plantea preguntas fascinantes sobre la naturaleza de la conciencia y la posibilidad de que las máquinas desarrollen una forma de autoconciencia comparable a la humana.
Conclusión
La intersección del Test de Turing y el Efecto Flynn plantea preguntas cruciales sobre la naturaleza de la inteligencia y su medición. A través de la lente de filósofos como Markus Gabriel y Richard Rorty, podemos comenzar a ver la inteligencia no como un atributo fijo, sino como un fenómeno dinámico, influenciado por contextos y relaciones. En este sentido, tanto la inteligencia humana como la artificial deben ser entendidas dentro de un marco que contemple su evolución y su adaptabilidad en un mundo en constante cambio. Este enfoque dinámico de la inteligencia nos insta a reconsiderar nuestros métodos de evaluación y desarrollo tanto para la inteligencia humana como para la artificial. Además, nos desafía a explorar nuevas formas de colaboración entre humanos y máquinas, reconociendo las fortalezas únicas de cada uno. Finalmente, esta perspectiva abre nuevas vías de investigación en campos como la neurociencia, la filosofía de la mente y la ética de la inteligencia artificial, prometiendo insights valiosos sobre la naturaleza de la cognición y la conciencia.
Referencias
Adasme, V. S. (2021). Markus Gabriel. El poder del arte 1. Revista de Humanidades, (44), 305-310.
Flynn, J. R. (2008). El efecto Flynn. Mente y cerebro, 31, 28-35.
Gómez-Muñoz, X. (2024). El altar de la inteligencia artificial.
González, Rodrigo. (2007). EL TEST DE TURING: DOS MITOS, UN DOGMA. Revista de filosofía, 63, 37-53. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-43602007000100003
Rorty, R., & Zulaica, J. F. (1989). La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid: Cátedra.